sábado, 27 de marzo de 2010

TEATRO PERUANO

Bertolt Brecht decía que el mayor talento en el teatro es la voluntad de trabajar en él. Y, sin lugar a dudas, de esa voluntad está hecha el movimiento teatral peruano. Una muestra viva de ello es el grupo Yuyachkani, que ha celebrado por todo lo alto sus primeros veinticinco años de vida.
La historia no suele repetir los mismos hechos. Varía, cambia, nunca es la misma; sorprende porque es una caja de Pandora: impredecible hasta el delirio, figurante de sí misma, incontrolable. Mucha de esa interminable cadena precede también las inquietudes, las vivencias, las obras personales de los teatristas en el Perú, y en cualquier parte del mundo.
Basta simplemente una vocación, una luz de persistencia y creatividad. De esa estirpe indiscutible son los Yuyas, hombres y mujeres de teatro que este año celebran sus Bodas de Plata de la mejor manera: actuando, representando, asumiendo cada una de sus historias y personajes, en una fiesta que también es una reflexión y una permanente crítica de nosotros mism
os.
La fuerza de un movimiento
La actividad del movimiento teatral en el Perú está marcada por el derrotero de la lucidez y el cuestionamiento creativo de la realidad social y cultural, en sus innumerables variantes. Vista desde el presente, la preponderancia de los grupos ha sido notable, sobre todo desde la década del 80 en que diversas tendencias o líneas de trabajo teatral coincidieron en la necesidad de un nuevo lenguaje, de una nueva forma de hacer más directo el contacto con el público espectador.
En ese contexto crecen los grupos con una fortaleza que venía ya de algunos lustros atrás, desde los años 60, cuando las olas de reivindicación social y política teñían cada acto artístico como una respu
esta efectiva desde el plano simbólico.
En los últimos años, la cosecha de obras y figuras importantes en el teatro nacional ha sido posible gracias a la voluntad de varias generaciones regidas por los saberes de la experiencia y la razón.
Enumerar la cantidad de nuevas agrupaciones y voces en el panorama teatral de las últimas décadas, nos llevaría a una lista interminable, pero de la que podemos dar cuenta aproximada si recordamos a algunos grupos: Yuyachkani, Cuatrotablas, Ensayo, Quinta Rueda, La Tarumba, Maguey, Umbral, Barricada, Waytay, Setiembre, Pataclaun, Los Tuquitos o Geniecillos Dominicales, entre otros...
Directores y aut
ores previa experiencia o no en la actuación- como Alonso Alegría, Roberto Angeles, César de María, Alberto Isola, Edgar Saba, Luis Peirano, Ruth Escudero, Alfonso Santistevan o Eduardo Adrianzén, y otros a quienes la memoria no hace justicia, completan un panorama de incuestionable vitalidad.
Entre tantas experiencias grupales como individuales, existe una que bien podríamos considerar paradigmática de toda una corriente del teatro peruano que viene de los sesenta, se afirmó y maduró en los 70 y 80, y que ya hacia fines de esta última década se vio confrontada a cambios profundos en sus referentes sociopolíticos. Estamos hablando de Yuyachkani, que junto con el paradigma del teatro de grupo asumió el del compromiso social y político del teatro.
El sueño de los Yuyas
Yuyachkani es un caso singular en la historia de nuestro teatro. Larga sería la crónica de cada una de las puestas en escena confrontadas con los distintos momentos que ha vivido el país. Yuyachkani hizo su propio descubrimiento de la teatralidad, de lo específico del teatro en su relación con la política. De esa reflexión nació, en 1983, Los músicos ambulantes, una de sus obras mayores y de mayor éxito a través de los años, una festiva y gozoza metáfora de lo plural, de ese enorme complejo de sincretismo popular, de todas las regiones y todas las sangres que hacen el tejido cultural del país. Inventar: fabular recreando experiencias particulares, pero sin perder la noción de las múltiples interrelaciones que esas recreaciones tienen con la dimensión histórica y social de un pueblo, es lo que los yuyas han hecho a lo largo de estas décadas.
Hoy en día existen varias agrupaciones teatrales que año tras año nos regalan momentos mágicos a traves de sus puestas en escenas...el teatro es cada vez más un punto de encuentro cultural, en el que se amalgaman emociones, anécdotas y experiencias de vida.
Gracias a cada uno por su hermoza y abnegada labor!!!
pues no sólo entretienen también sensibilizan y educan.
TODO ES TEATRO ...
Todas las sociedades humanas son espectaculares en su vida cotidiana y producen espectáculos en momentos especiales. Son espectaculares como forma de organización social y producen espectáculos como este que ustedes han venido a ver. Aunque inconscientemente, las relaciones humanas se estructuran de forma teatral: el uso del espacio, el lenguaje del cuerpo, la elección de las palabras y la modulación de las voces, la confrontación de ideas y pasiones, todo lo que hacemos en el escenario lo hacemos siempre en nuestras vidas: ¡nosotros somos teatro!
No sólo las bodas y los funerales son espectáculos, también los rituales cotidianos que, por su familiaridad, no nos llegan a la consciencia.
No sólo pompas, sino también el café de la mañana y los buenos días, los tímidos enamoramientos, los grandes conflictos pasionales, una sesión del Senado o una reunión diplomática;
Una de las principales funciones de nuestro arte es hacer conscientes esos espectáculos de la vida diaria donde los actores son los propios espectadores y el escenario es la platea y la platea, escenario. Somos todos artistas: haciendo teatro, aprendemos a ver aquello que resalta a los ojos, pero que somos incapaces de ver al estar tan habituados a mirarlo. Lo que nos es familiar se convierte en invisible: hacer teatro, al contrario, ilumina el escenario de nuestra vida cotidiana.
Viendo el
mundo, además de las apariencias, vemos a opresores y oprimidos en todas las sociedades, etnias, géneros, clases y castas, vemos el mundo injusto y cruel. Tenemos la obligación de inventar otro mundo porque sabemos que otro mundo es posible. Pero nos incumbe a nosotros el construirlo con nuestras manos entrando en escena, en el escenario y en la vida.
Asistan al espectáculo que va a comenzar; después, en sus casas con sus amigos, hagan sus obras ustedes mismos y vean lo que jamás pudieron ver: aquello que salta a nuestros ojos.
El teatro no puede ser solamente un evento, ¡es forma de vida!
Actores somos todos nosotros,
el ciudadano no es aquel que vive en sociedad:
¡es aquel que la transforma!
LINKS :

No hay comentarios:

Publicar un comentario