Miles de peruanos
bailan y veneran a
"mamita" Candelaria
en Puno.
La imagen de la Virgen de la Candelaria mide un metro y en estos días luce un traje de color naranja con una corona hecha de plata y piedras preciosas, llevando entre sus brazos al niño Jesús, que viste el mismo color de traje, además de estar escoltada por cuatro arcángeles.
La arraigada devoción a la Virgen de la Candelaria en Perú constituye uno de los mayores símbolos del sincretismo religioso, ya que remite al culto indígena a la "Pachamama" (madre tierra en quechua) junto al que se le rinde a la Virgen María desde la conquista española. Puno, ciudad ubicada en la frontera con Bolivia y a 3.800 metros sobre el nivel del mar, se paraliza para acudir al gigantesco coliseo donde 69 conjuntos formados en promedio por 500 personas, cada uno, bailaron en homenaje a la "mamita" Candelaria, actividad que prosiguió con una procesión que recorre la ciudad entre danzas y fuegos artificiales.Estos actos religiosos, que muestra también las más acendradas costumbres de las fiestas indígenas, durarán hasta la madrugada del martes. Entre la multitud, se observan fastuosos trajes de "caporales" -personaje colonial que azotaba a los indígenas en las minas-, los "’doctorcitos" -sátira de las autoridades que llegan de la urbe, los diablos -que representan al "supay" o demonio de los andes,
así como las "chinas" -mujeres jóvenes con polleras cortas y
que bailan derrochando coquetería-, entre otros coloridos personajes.
La tradición indica que esa procesión, junto con los rayos del sol, creó el espejismo de que había un ejército de españoles a caballo cuyas armas brillaban con intensidad, hecho que hizo retroceder a los rebeldes.
Para los turistas que visitan Puno, ciudad calificada como "la capital folclórica de América", es impresionante observar que el culto a la Virgen desate tantas pasiones y mueva económicamente miles de soles y dólares en trajes, comidas, bebidas y diversas celebraciones.El escritor y antropólogo peruano José María Arguedas señaló en 1967 tras asistir a la fiesta de la Candelaria que "Puno era la otra capital de Perú", ya que en ella se ve de modo palpable las manifestaciones culturales de los quechuas y los aimaras.
En estos días, los puneños se olvidan de la mala situación económica que los aqueja, de los problemas personales y se dedican a bailar y bailar con desenfreno a su "mamita" sin que les afecte en lo más mínimo encontrarse cerca de los 4.000 metros de altura y que sean días de intensas lluvias. Mañana, cerca de 40.000 bailarines recorrerán 25 kilómetros para dar muestras de su resistencia física, que será recompensada en el "cacharpari", nombre que se le da al fin de fiesta donde abunda el consumo de cerveza peruana junto con la carne de alpaca secada al sol con sal. La fiesta de
La Virgen de la Candelaria es considerada en cuanto a movimiento económico y cantidad de asistentes una de las tres más importantes de Sudamérica, después del Carnaval de Río de Janeiro, en Brasil, y el de Oruro, en Bolivia.
Fotos tomadas de Galería de Escamillo ® en flickr :flickr.com/photos/escamillo/3281148580/
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